Las 7 moradas del camino espiritual
Todos los que buscan un camino espiritual de desarrollo y autoconocimiento, saben que no es novedad que el ser humano es un ser espiritual que está en un cuerpo con el fin de evolucionar y alcanzar un estado superior que le permita vencer el absurdo de la muerte.
Todos tienen las mismas posibilidades de evolución y escoger un determinado camino espiritual, dependerá de las creencias y de la formación de cada persona. Gracias al libre albedrío los seres humanos tienen la posibilidad de acelerar o enlentecer el proceso de desarrollo hacia la liberación.
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El camino espiritual de Santa Teresa de Ávila
Como decíamos, cada persona escogerá su propio camino espiritual de autoconocimiento, pero hemos querido tomar como ejemplo el de una mujer que se hizo santa e hizo un gran aporte intelectual y místico en el desenvolvimiento de una vía de ascesis hacia estados más elevados del espíritu.
La decisión de buscar a Dios (Dios en el caso de los cristianos y/u otros entes sagrados para otras corrientes espirituales) en nosotros, apoyándonos en Él, es la primera de las siete moradas, la puerta de entrada a la vida espiritual.
Al final de su camino espiritual, Santa Teresa de Ávila también conocida como Santa Teresa de Jesús escribió el Libro de las Moradas, que compara nuestra alma, el hogar de Dios, con un castillo. Las primeras moradas corresponden a la entrada a la vida espiritual y son la base de todas las posteriores. La santa se apoya, principalmente en cuatro citas bíblicas:
«En la casa de mi padre hay muchas mansiones» (Juan 14: 2) – este pasaje, según la santa, evoca el «castillo interior».
“El que me ama cumplirá mi palabra; mi padre lo amará e iremos a él y haremos nuestro hogar en él” (Juan 14, 23), un resumen del viaje espiritual que ella explica.
«Mis delicias están en los hijos de los hombres» (Proverbios 8:31) – muestra que somos el paraíso de Dios.
“Hagamos al hombre a nuestra imagen y a semejanza” (Génesis 1:26): fuimos creados para amar como Dios ama, porque Dios es amor. La voluntad de Dios es que nos amemos como Él nos ama.
Las moradas del camino espiritual
La primera morada es la puerta de entrada a la vida espiritual
Entramos a esta morada por la decisión de buscar a Dios en nosotros, apoyándonos en Él, ya que lo peor de la miseria para Santa Teresa de Jesús es vivir sin Dios e incluso imaginar que podemos hacer el bien sin Dios.
Los cuatro frutos de la primera morada que madurarán de este camino espiritual son la libertad, la humildad, el desapego y la caridad. Estos son regalos de Dios que se deben aceptar y convertirlos en el centro de la vida de todo cristiano.
La segunda morada se refiere a la purificación de nuestra relación con el mundo
El arma utilizada para triunfar aquí es la fe en Cristo y la confianza en su venida para liberarnos “Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud”. (cf. Gálatas 5: 1).
La tercera morada está vinculada a la aclaración de la relación con nosotros mismos. Nos advierte sobre la falta de humildad, sobre no desperdiciar los beneficios que se han obtenido en el camino espiritual. El desafío de esta tercera morada es reconocernos como un «servidor humilde» que recibe todo de Dios.
La cuarta morada de este camino espiritual profundiza en nuestra relación con Dios
Se está estableciendo gradualmente una gran paz en las profundidades de nuestra alma. La confianza, la humildad y la gratitud son realidades que se viven cada vez más profundamente.
Ingresar la quinta dirección marca una transición
Consideramos nuestra vida no tanto como un camino hacia Dios, sino que vivimos a Dios en nosotros, como lo explica la frase de San Pablo: «¡Ya no soy yo quien vive, sino Cristo quien vive en mí!» (Gálatas 2:20).
El deseo de amar es más intenso. Se comienza una nueva vida, perdemos nuestros viejos hábitos y nuestra seguridad habitual.
En la última frase que se atribuye a Jesucristo, se interpreta como un ejemplo de la confianza que debe tener un cristiano ante la entrada en el mundo espiritual. “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”. Lucas, 23: 46.
La sexta morada representa los «compromisos espirituales»
Aquí se adquiere un compromiso por superar el sufrimiento propio y de los demás. Es una experiencia más profunda de compasión y amor. Jesús se une a nuestra debilidad humana para transformarla desarrollar el amor profundo en todos y con Él.
La séptima morada y última, de este camino espiritual es el punto culminante definido por la unión con Dios en el «matrimonio espiritual»
Según Santa Teresa de Jesús es la unión con Dios en una aspiración profunda de salvar a todas las personas. A través del matrimonio espiritual, todo se transforma y se reconoce la vida de una forma nueva, se adquieren compromisos terrenales concretos y sin vuelta atrás.
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