Loftus Hall: la mansión irlandesa hechizada por el diablo
Casi todas las antiguas grandes casas y mansiones albergan entre sus muros historias relativas a extrañas apariciones o sucesos misteriosos. El tiempo se adhiere a la piedra e impregna de recuerdos etéreos los pasillos solitarios. Y si hay una casa que da buena fe de lo que estamos hablando es Loftus Hall, la famosa mansión irlandesa hechizada por el diablo.
Ubicación: situada en la península de Hook, en el Condado de Wexford, fue elevada en el sitio en la que se encontraba la original Redmond Hall. Aunque ha pasado por numerosas manos a lo largo de los siglos, la historia sobre el hechizo del diablo y el fantasma femenino que deambula por ella se mantiene intacto.
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Loftus Hall y su maldición
En el siglo XII, Raymond FitzGerald, caballero normando apodado “El gordo”, erigió un castillo en la zona. Con el objetivo de adoptar una identidad irlandesa decidió cambiarse el apellido por Redmond. Años más tarde, sus descendientes construyeron un nuevo edificio para sustituir al castillo. Fue durante la época de la peste negra, concretamente en el año 1350. Desde entonces se conoció a la casa como Redmond Hall.
Siglos más tarde, en 1650, los Redmond que la ocupaban terminaron vendiéndola a la familia Loftus, propietarios de numerosas plantaciones provenientes de su parte en la conquista de Irlanda. Y fue en el año 1666 cuando Henry Loftus la convirtió en su residencia oficial, conociéndose desde entonces como Loftus Hall.
La visita del diablo
En el siglo XVIII, Charles Tottenham contrajo matrimonio con Anne Loftus, con la que tuvo seis hijos, dos mujeres y cuatro varones. Al fallecer la madre, el marido se volvió a casa con Jane Cliffe, su prima, viviendo con ella y sus hijos en Loftus Hall.
En 1775, tras un accidente marítimo acaecido en la península de Hook, un extraño se presentó en la mansión solicitando ayuda. La familia le ofreció cobijo y alimento, permitiéndole que se quedara unos días con ellos.
Y fue durante una de las noches en las que jugaba a las cartas con la hija de Tottenham, Anne, cuando ésta descubrió la identidad del extraño visitante. Al caerse una de las cartas, Anne se agachó inocentemente a recogerla del suelo. Entonces descubrió algo aterrador: el hombre no tenía pies sino pezuñas de animal.
Al ser descubierto, el extraño se convirtió en una bola de fuego que salió por el techo. Dejó tras de sí una cargada atmósfera con fuerte olor a azufre. El diablo se había esfumado. Sin embargo, dejó como desgarradora estela el estado de shock en el que desde esa noche permaneció sumida la pobre Anne.
La familia encerró en el salón de tapices a su enajenada hija. Años más tarde falleció, pero su espíritu continuó vagando por las distintas estancias de la casa, ante la terrorífica sorpresa de trabajadores y familiares. Ni al practicarse un exorcismo lograron que el alma de Anne descansase en paz.
Loftus Hall sufrió diversas remodelaciones y mejoras a lo largo de los años. Sobre todo entre 1872 y 1879 para adecuarla a la visita oficial de la reina Victoria, que por cierto no al final nunca se produjo. No obstante, los gastos que ocasionaron estas mejoras terminaron arruinando a la familia.
Las Hermanas de la Providencia la compraron en 1917, convirtiéndola en residencia para niñas y convento. Posteriormente, en los años ochenta y principios de los noventa del pasado siglo estuvo funcionando como hotel. Y algunos de sus visitantes afirmaron contemplar fenómenos extraños, como el del fantasma de una joven reflejado en un vidrio tras sacar una fotografía.
En 2020 se puso a la venta Loftus Hall por dos millones y medio de euros. Por sus veintidós habitaciones restauradas (entre dormitorios y salones) seguramente continuará caminando todavía el espíritu de Anne. Al menos sus próximos dueños ya estarán al corriente de la historia.