Bendiciones: su origen, poder y realización
Usamos las bendiciones para mostrar nuestra admiración o nuestro respeto a una persona o un ser superior. Según la Real Academia de la Lengua española, bendecir es alabar, engrandecer o ensalzar a alguien. En otra de sus acepciones bendecir es invocar a favor de alguien o de algo la bendición divina.
El concepto de bendición parte de la base de considerar la vida como algo sustancial, algo que, en sí mismo, es superior a nosotros mismos lo que nos lleva a creer en la existencia de deidades y energías superiores. Esa creencia sintetiza todo lo que hay de poderoso, próspero y feliz y está concentrada en la divinidad que la puede transmitir a otros seres, objetos o lugares.
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Si nos reducimos a la esfera cristiana, ya encontramos en el Antiguo Testamento el término bendición, refiriéndose a la confesión pública del poder y generosidad de Dios. En ese texto, se deja claro que una bendición es un favor que Dios concede al hombre mediante el cual le atribuye buena suerte.
Sin embargo, también pueden encontrarse orígenes datados de bendiciones en la Grecia Clásica, donde era común bendecir los campos para tener abundancia de cosechas. También en el Imperio Romano se enunciaban bendiciones para gozar de más salud, fortuna y felicidad. Aunque no se encuentran datos exactos, es casi seguro, que en las culturas primitivas ya estaban presentes.
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Bendiciones ¿Cuál es su poder?
La búsqueda de seguridad y protección es una constante en la historia de la humanidad. Como individuos, buscamos casi de forma incesante a lo largo de nuestra vida la estabilidad espiritual y es aquí donde radica la importancia de las bendiciones. En general, damos bendiciones o queremos que nos las den para potenciar nuestro sentimientos de seguridad en nosotros mismos y en los otros. Por tanto, ellas exigen un sentimiento de reciprocidad entre quien bendice y quién es bendecido.
Sujetos y objetos de bendiciones
En nuestra memoria colectiva, guardamos recuerdos de cómo se bendecían campos, lugares, animales o personas. Podríamos asegurar que todo puede ser objeto de bendición puesto que, de alguna forma, el valor de algo reside en el afecto o veneración que nosotros mismos le otorgamos. En los ritos cristianos, por ejemplo, encontramos como objetos de bendición: agua, imágenes sagradas, casas, escuelas, banderas.
¿Cómo realizar nuestras bendiciones?
No necesitamos ser unos expertos en la materia si queremos bendecir, sólo conocer algunos rasgos comunes en las bendiciones.
- Palabras: Debemos usar palabras que denoten respeto, admiración y que, de forma global, hagan sentir bien a la persona.
- Lenguaje corporal: Nuestro lenguaje corporal habla por nosotros mismos. De forma general, en las bendiciones, las manos han jugado un papel especial. Besar las manos del bendecido es una buena opción, siempre con muestras de respeto y veneración.
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