Práctica deliberada: descubre cómo convertirte en experto en algo

Está bastante generalizada la opinión de que los expertos en una materia concreta poseen un talento innato que favorece ese dominio. Sin embargo no es así. Para lograr este nivel la persona ha tenido antes que repetir una y otra vez la tarea. No para terminarla sino para llegar a dominarla. Es lo que se denomina práctica deliberada.

Anders Ericsson y la práctica deliberada

Fue el psicólogo sueco Anders Ericsson el creador de este término. Llegó a este concepto tras estudiar detenidamente a expertos de diversos campos. Tanto si se dedicaban a la medicina como al ajedrez o la música, Ericsson observó que estos profesionales actuaban de una determinada manera. Dividían las habilidades requeridas en partes más pequeñas y trabajaban dichas partes una y otra vez. Entre repetición y repetición los expertos obtenían un feedback que les permitía analizar su rendimiento.

Para psicólogo sueco la mera práctica termina dando lugar a un estancamiento. La práctica deliberada en cambio posibilita alcanzar la perfección. Pero tiene que ser deliberada la práctica pues si no sería puro automatismo. Un experto siempre busca elevar su rendimiento por encima del nivel actual que posee.

Práctica deliberada y repetición

La repetición es la clave para llegar a ser un experto. En cualquier profesión puede aplicarse. Cada vez que una persona realiza la tarea que tiene encomendada, a través de las repeticiones se dará cuenta de las cosas que se pueden mejorar en ellas. Si su intención en dominar al máximo el trabajo que tiene delante se esforzará por mejorar sus habilidades en la desarrollo del mismo.

Aplicar la práctica deliberada en el día a día

Para lograr el éxito en este objetivo es necesario dividir la práctica en diversas partes. Una vez realizado este paso toca observar cuáles son las partes que mejor desarrollamos. En aquellas partes en las que no lo hagamos tan bien habrá que poner el mayor interés por mejorar nuestra actuación. Incluso en las que tengamos una habilidad bastante notable, aún podremos esforzarnos por hacerlas mejor. De esta manera nos convertiremos en expertos.

Es muy aconsejable establecer una serie de rutinas que garanticen que dedicamos el tiempo necesario a cada una de esas partes de la habilidad que hemos desglosado. La constancia diaria facilitará el éxito con el transcurso del tiempo. Sin duda resultan más importantes las horas de esfuerzo dedicadas a mejorar que las habilidades innatas para desarrollar ese trabajo concreto.

Según un estudio, para alcanzar el nivel de experto se necesitan unas diez mil horas. Es decir, cerca de veinte horas a la semana durante diez años. La perseverancia hará que lo que parece una meta lejana termine pasando sin que apenas nos demos cuenta.

Conforme desarrollamos nuestra práctica intentando mejorar con cada repetición, es importante tratar de medir nuestro progreso en esa habilidad que dividimos en partes. Debemos ser capaces de retroalimentarnos con las experiencias obtenidas. Analizar los avances logrados y destinarlos al propósito final.

El dominio de una actividad concreta, lo mismo si se trata de un trabajo, de hacer maquetas o una técnica deportiva se consigue aprendiendo de los errores y repitiendo una y otra vez las mejoras logradas en cada ocasión.