Salmo 129. Canto de lamentación y agradecimiento
El Salmo 129 es parte de los Salmos llamados de lamentación. Rememora las aflicciones de Israel, afirma la victoria de Dios condenando a los impíos que aflige al pueblo del Señor.
Este Salmo alude al sufrimiento del pueblo de Dios, reconoce que su historia ha estado repleta de ataques por parte de otros pueblos. Contiene metáforas que aluden a la vida agrícola y a las circunstancias duras en las que se trabajaba. Pero El Señor es justo y cumplirá las promesas a su pueblo.
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Los enemigos del Señor sentirán vergüenza, quedarán confundidos y retrocederán ante el poder divino. A pesar de todo, a lo largo de la historia el pueblo de Dios ha presenciado la victoria y el triunfo de parte del Señor. Por grandes que sean los adversarios de su pueblo, el Señor siempre se presenta como su protector.
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¿Por qué rezar el Salmo 129?
Pasar por el sufrimiento muchas veces no es fácil. A veces parece una forma de castigo. Pero es errado pensar que ese supuesto castigo viene de Dios. Dios es Amor, es verdad, es justicia. Si estamos pasando por dolor e injusticias, debemos tener paciencia, actuar con cautela y fe porque el mal día no permanecerá para siempre. La hora más oscura de la noche es la más cercana al amanecer.
Este es un canto para mostrar el dolor de un determinado momento, pero también una invitación de Dios para que lo adoremos y lo alabemos con todo nuestro ser, voluntad y fuerzas. A veces Dios somete a su Iglesia a profundas tribulaciones para probar su fe y después actúa como su libertador y defensor.
Podemos pasar por lo que sea, pero Dios, como en este salmo 129, nos guiará y nos cuidará, no sólo porque seamos merecedores o porque somos los hijos del Rey, sino también por su infinita misericordia y gracia, siempre generosa para con sus hijos.
Salmo 129
- Me han atacado mucho desde joven, que lo diga Israel;
- me han atacado mucho desde joven, pero no me vencieron.
- Sobre mi espalda araron labradores, abrieron largos surcos,
- pero el Señor, el justo, él cortó las cuerdas de los malos.
- Que sean humillados y rechazados todos los que odian a Sión;
- que sean como la hierba de los techos que se seca antes que la arranquen,
- que no le llena la mano al segador ni su regazo al que amarra las gavillas.
- Que tampoco digan los que pasan: “¡Que el Señor los bendigan!” En nombre del Señor los bendecimos”
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