San Policarpo: Padre Apostólico de la Iglesia Católica
San Policarpo es un mártir de la Iglesia Católica. Murió al ser acuchillado, mientras estaba amarrado a una estaca. Sus perseguidores intentaron quemarle en principio, pero las llamas no lograron tocarle.
Fue uno de los principales apóstoles de San Juan Evangelista y su fiesta tiene lugar el día 23 de febrero, día en el que tuvo lugar su martirio, en el año 155. Entre los seguidores de San Policarpo se cuenta San Irineo. Junto con otros sacerdotes de la Iglesia Primitiva, forma parte de los «Padres Apostólicos» por haber recibido la instrucción directamente de los Apóstoles.
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Breve história de San Policarpo
San Policarpo fue Obispo de la ciudad de Esmirna, en Turquía. Su nombre se interpreta como «el hombre que produce muchos frutos». Se dice que besó las cadenas de San Ignacio, cuando pasó camino a su martirio y le encomendó la Iglesia de Antioquía.
Al igual que otros santos, fue perseguido por profesar su fe católica. Se mantuvo oculto en la ciudad hasta que fue apresado, pese a su avanzada edad. Mostró piedad hasta por sus captores, a quienes les ofreció alimentos pese a su actitud.
El precónsul Decio Cuadrato le pidió que declarase que el César era su único Dios, pero San Policarpo se negó y agregó que solo conocía a Jesucristo como su Señor. Su castigo fue ser condenado a las llamas. Pidió que le dejaran libre entre las llamas y aseguró que no se escaparía. El fuego no le hacía daño al santo, pelo que, finalmente, los soldados le atravesaron una lanza en su corazón y se dice que la sangre que brotó logró apagar las llamas.
Existe una carta en la cual se da testimonio sobre su muerte conocido con el nombre de «El martirio de Policarpo».
Oración a San Policarpo
Señor Dios Todopoderoso,
Padre de tu amadísimo Hijo Jesucristo,
por el cual te hemos conocido.
Dios de los ángeles y de los poderes celestiales,
de toda la creación y de toda la descendencia de los justos que viven en tu presencia.
Yo te bendigo porque me has hecho digno de este día y de esta hora,
de ser parte del gran número de mártires.
Entre ellos ahora puedo ser aceptado delante de ti,
como sacrificio aceptable.
Por todo esto te alabo, te bendigo, te glorifico,
por medio de Jesucristo, Sacerdote eterno y celestial,
sea la gloria ahora y en los siglos venideros.
Amén.
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