Templanza: Virtud de Vida para Alcanzar el Equilibrio Interior

Dominar los instintos y ordenar los poderes a la voluntad es la esencia de la Templanza, considerada una virtud cardinal que establece el orden y conduce al equilibrio personal. Esta cualidad permite a las personas no solo controlarse a sí mismas, sino también mantener la armonía en sus relaciones con el entorno.
Las principales virtudes asociadas a la Templanza son la humildad, castidad, sobriedad y mansedumbre. A través de ellas se logra poner un freno consciente a los impulsos, pasiones y deseos desmedidos. Para cultivarla, es fundamental que las personas se conozcan profundamente y aprendan a interpretar sus sentimientos y anhelos.
La virtud de la templanza no se trata de suprimir los deseos, sino de gestionarlos con la razón, asegurando que el individuo tenga el dominio propio sobre sus acciones, y no al revés.
Importancia y Beneficios de la Templanza Personal
Inculcar la virtud de la templanza en niños y jóvenes los hará menos apegados a lo material y a lo efímero, promoviendo una vida más libre y consciente. Sus beneficios se extienden a todos los aspectos de la vida:
- Los vicios (como la gula, la avaricia o la lujuria) están asociados a la ausencia de dominio propio.
- Se minimizan los episodios de ira, el descontrol emocional y las reacciones impulsivas.
- Las personas se convierten en dueñas de sus propios actos y decisiones.
- Se incrementan las actitudes positivas que generan un mejor ambiente en el entorno social y familiar.
- Ayuda a las personas a apuntar a la excelencia y a perseguir metas a largo plazo.
- Se genera resistencia a los caprichos vanos y la satisfacción inmediata.
- Permite identificar y manejar adecuadamente las virtudes y los defectos personales.
Cuándo se debilita la virtud de la Templanza
La Templanza se ve desafiada por las dinámicas de las sociedades modernas. Se piensa que las culturas consumistas y materialistas promueven activamente lo contrario a esta virtud:
- El egoísmo excesivo evita que los seres humanos puedan convivir de forma equilibrada, priorizando el deseo personal sobre el bien común.
- El excesivo deseo de comodidad, que lleva a no modificar actitudes ni a esforzarse por un estilo de vida diferente y más virtuoso.
- La falta de cultivo de la fortaleza, que es la fuerza de voluntad necesaria para ejercer el dominio propio.
- El desorden, el caos y la falta de planificación en la vida diaria.
- El nerviosismo exacerbado que impide analizar las alternativas con calma y establecer orden en las prioridades.
Promover la Templanza en el Hogar
Para cultivar la Templanza en el núcleo familiar, es esencial incluir la reflexión, la moderación y el análisis consciente entre todos sus miembros:
- Evitar la sobreprotección excesiva de los niños, permitiéndoles analizar su propia realidad, enfrentar pequeñas frustraciones y desarrollar seguridad en sí mismos.
- Mantener el orden y la disciplina en las responsabilidades del hogar.
- Inculcar el agradecimiento y la valoración por los dones y favores recibidos.
- Enseñar la moderación en el lenguaje y en la forma de referirse a los demás.
- Promover la justa medida y evitar los excesos en el consumo, el ocio y las peticiones.
La sobriedad en los pensamientos, en la forma de actuar y de pedir por las necesidades, forma parte intrínseca de la Templanza. Esta virtud ayuda a identificar las carencias reales que van de la mano con el bienestar y el desarrollo personal, desestimando aquellas necesidades que son fabricadas o imaginarias y que se tornan perjudiciales.
Más allá de los vínculos de la Templanza con varias religiones y filosofías, se trata de la posibilidad de elevarse en cuerpo y espíritu por encima de los placeres materiales y carnales no regulados, logrando una verdadera libertad a través del dominio propio.
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