Santa Bárbara: protectora de los rayos y las tormentas

De todas las historias de santos del cristianismo, la de Santa Bárbara es una de las más crueles. Cuentan las leyendas que vivió toda su niñez y juventud encerrada por su padre quien, al constatar que su hija se había convertido al cristianismo, permitió que la torturasen y, finalmente, la decapitasen, como muestra de castigo.
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Historia de Santa Bárbara
La historia se enmarca en el siglo III. Hija de Dióscoro, un sátrapa, que era el nombre con el que se conocía a los gobernadores de las provincias del antiguo imperio persa. Nació en Nicomedia, cerca del mar de Mármara, situado en la actual Turquía.
Cuenta la leyenda que su padre mandó encerrarla en la torre de un castillo, para evitar un matrimonio prematuro, pues estaba dotada de una gran belleza. Santa Bárbara recibía lecciones de poesía y filosofía de tutores que eran de la confianza de su padre y, quizá para alivianar la pena de su encierro, comenzó a interesarse por el cristianismo.
Cuando cumplió 17 años, Dióscoro quería casar a su hija, pero ninguno de los pretendientes eran del agrado de Santa Bárbara. Lo que comenzó a molestarle, aún así, dejó pasar el tiempo y continuar buscando. Para ese momento, Santa Bárbara ya era una devota de las ideas cristianas y había decidido entregar su corazón a Cristo.
Según las historias escritas sobre Santa Bárbara, la torre en la que estaba encerrada tenía dos ventanas y ella ordenó construir una tercera. Quería homenajear con ello a la Santísima Trinidad. La fe que profesaba su hija enloqueció a Dióscoro quien, lleno de ira, denunció a su hija por cristiana. En ese momento, ser denunciado por cristiano era el equivalente a la pena de muerte. Por ese motivo fue capturada y torturada, cuentan que la sometieron a la misma tortura que a San Vicente: atada a un potro, flagelada y quemada con hierros ardiendo.
El fin de su sufrimiento llegó con la decapitación. Fue Dióscoro, su propio padre, quien le cortó la cabeza con una espada. Según la leyenda, en el mismo momento en el que la cabeza de Santa Bárbara cayó al suelo, Dióscoro fue fulminado por un rayo, como un castigo de la naturaleza al padre que acababa de quitarse la vida a su hija. Por ese motivo, Santa Bárbara es representada con una espada en una mano y una palma, por el martirio al que fue sometida. La tradición cristiana la convirtió en la protectora de los rayos y las tormentas.
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