5 curiosidades históricas sobre el Día de los Muertos
El día de muertos, es tal vez, una de las tradiciones más reconocidas en el mundo, y como ya se aproxima su fecha, te contamos las curiosidades históricas sobre el día de muertos.
El día de muertos ha inspirado películas, libros, capítulos de series y un sin fin de historias que giran alrededor de este día tan significativo. Incluso la UNESCO lo declaró Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
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Curiosidades históricas sobre el día de los muertos
No es algo reciente…
Aunque en los últimos años, el día de muertos ha hecho que la cultura mexicana se reconozca a nivel mundial, su celebración se remonta a cientos de años atrás.
Para los aztecas, la celebración de la vida y la muerte los hacía sentir cerca de sus seres queridos ya fallecidos.
- Tlalocan o paraíso del dios de la lluvia estaba destinado para quienes morían ahogados;
- Omeyacan o paraíso del sol para quienes morían en combate o las mujeres que fallecían mientras daban a luz;
- Chichihuacuauhco era el paraíso destinado a los niños;
- Mictlán estaba destinado para los que morían de causas naturales.
No era un día, sino todo el mes
Otra curiosidad histórica del día de muertos, es que, a diferencia de lo que vemos hoy, las celebraciones se extendían por todo un mes.
Antiguamente, la fiesta de los muertos se relacionaba con el noveno mes del calendario azteca llamado Tlaxochimaco, que significa “ofrenda de las flores” o “fiesta de los muertos”.
Las celebraciones incluían:
- Recolección de flores para hacer guirnaldas para decorar los templos;
- Preparación de alimentos;
- Ofrendas de flores eran ofrecidas a Huitzilopochtli;
- Danzas de jóvenes y guerreros;
- Y finalmente se ofrecían flores a los muertos y se les ofrendaban alimentos.
Además del mes Tlaxochimaco, el calendario azteca también tenía otras celebraciones relacionadas con los muertos.
Entre julio y septiembre (de nuestro calendario) se conmemoraba a los niños fallecidos y a los “muertos grandes”.
Las festividades eran dedicadas a la diosa Mictecacíhuatl, conocida como la Dama de la Muerte y esposa de Mictlantecuhtli, Señor de la tierra de los muertos. Gracias a esta diosa es que hoy conocemos a la famosa catrina.
Debido a este calendario es que hoy en día se cree que, las almas de los niños vienen de visita el primero de noviembre y los adultos vienen el dos de Noviembre.
Durante estas celebraciones, los difuntos visitaban a sus familiares quienes compartían con ellos los frutos de sus cosechas recién recogidas y les pedían que les ayudaran a tener buenas cosechas en el siguiente año.
Las calaveritas
¡Sorpresa! La frase “dulce o truco” que conocemos, casi universalmente, apareció muchísimo tiempo después que las calaveritas.
Las calaveritas son frases son composiciones literarias, usadas para alabar a los muertos y burlarse, en cierta medida, de la muerte.
Una de las calaveritas más reconocida es la escrita por José Guadalupe Posada, grabador mexicano nacido en el siglo XIX y que reza:
«Quien quiera gozar de veras
y divertirse un ratón
venga con las calaveras
a gozar en el panteón».
Y así, pueden encontrarse calaveritas dedicadas a las tortilleras, barberos, tenderos e incluso al escritor colombiano Gabriel García Márquez.
Pero las calaveritas no son solo versos, también hacen relación a los grabados que se hacen de la muerte y las calaveras de azúcar que se ponen en los altares.
La catrina
La catrina que conocemos hoy en día es bastante reciente, se la debemos al artista Diego Rivera.
Esta pintura de Rivera derivó a su vez de un grabado de José Guadalupe Posada, quien hizo el grabado de la “Calavera Garbancera”, como una crítica a los indígenas que pretendían parecer europeos.
Pero ambas, catrina y garbancera vienen de la diosa Mictecacíhuatl.
A propósito de los altares
Otra curiosidad histórica del día de muertos es la que se relaciona con los altares.
Hoy en día, los altares se encargan de recibir a los espíritus, por esta razón se compones de todo aquello que el difunto disfrutó en vida.
Además, se colocan alimentos entre los que se destaca el pan de muerto, que fue el reemplazo de los colonizadores españoles al corazón de las víctimas sacrificadas que se comían los aztecas.
Por su parte, las calaveritas de azúcar fueron, casi impuestas por los misioneros, para modificar el respeto y admiración que se tenía de las calaveras humanas, colocadas en templos aztecas.
Pero los altares lo que buscan representar son los niveles que, según las creencias aztecas, debían atravesar las almas para llegar a la obsidiana de la muerte, es decir, el destino final de descanso y paz.